Estoy inmersa en un rotatorio de cuatro noches seguidas.
Hoy he pasado la primera.
No ha sido mala, sin prisa pero sin pausa.
De las que me gustan a mí, porque no hay horas muertas para batallar con el sueño. La mayoría de las veces la pugna es inútil, porque te vence con fuerza sobrenatural. Cuando te sientes atrapado en sus redes, te dejas derrumbar en un sillón, estando, a los pocos minutos, delirando de pura añoranza por tu cómoda y estupenda cama, que te espera y se ofrece complaciente en tu lejano hogar...
Es horrible, porque en esos momentos lo daría todo por estar allí.

Las noches siempre descabalan todos mis biorritmos. .
Ahora, por ejemplo... llevo 27 horas en estado de vigilia y aún no siento sueño. Se que cuando termine de escribir esta entrada me iré casi directa a la cama, con ducha previa relajante ( obligatoria ) y al momento de plantar la cabeza en la almohada estaré durmiendo como un bebé.

Esta noche me comentaba un compañero que "los juntes" nocturnos hacen que tu vida se asimile a la de los animales, refiriéndose concretamente a la del cerdo ( con perdón, que diría un extremeño puro ), ya que en estas maratones nocturnas sólo te dedicas a comer, dormir, trabajar... y a poco más...
Imagino que la jornada laboral de tan preciado espécimen ibérico consistirá en dar paseitos por la campiña llana en busca de las codiciadas bellotas, sin duda, un trabajo envidiable ( no así su destino)...
Yo más bien diría que nosotros, dado el carácter de la profesión, nuestro gusto por la sangría y los horarios nocturnos, podríamos mejor compararnos con esas temidas criaturas del orden de los quirópteros, más conocidos como murciélagos. Perteneceríamos a la especie Desmodus Rotundus, una de las tres únicas clases de vampiros que se alimentan con la sangre de mamíferos grandes...

Esta similitud se hace más evidente cuando salimos a las 8 de la mañana con unas imprescindibles gafas negras sobre los ojos, con las que disimulamos y combatimos la insoportable fotofobia que nos provoca la luz incipiente del nuevo día...

Casi como los vampiros del anuncio, con los que comparto el gusto por la marca comercial de tan preciado objeto de protección ocular...





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