Son las 2:20 de la madrugada.
Estoy en la biblioteca de la UVI, justo enfrente de la ubicación que me han asignado hoy, en mitad del pasillo, donde tenemos dos camas de aislados.
Mis pacientes duermen plácidamente, uno de manera artificial, ayudado por la sedación, y otro de manera natural, acogido por Morfeo en sus dulces brazos...
Mi compañera se ha quedado leyendo al cuidado de ellos mientras yo me salía un rato, supuestamente a cenar algo. Pero estoy totalmente inapetente.
Antes de salir de casa tomé un café con algo sólido, y sobre las 23h, ya en el trabajo, fui a la máquina de una planta superior a por una coca-cola, que junto al café anterior, me han aportado la dosis de cafeína suficiente para mantenerme despierta toda la noche.
Según han pasado las primeras horas del turno, bastante tranquilas, pienso en el resto del tiempo que queda, con mucha posibilidad de ser igual de apacible y volverse casi eterno... y me deprimo profundamente.
Prefiero estar toda la noche trabajando "a destajo", que ver pasar las horas en el reloj derrumbada en el sillón.
Porque estando de noche tengo un problema de concentración que me impide leer un libro, por ejemplo, que sería lo más apropiado para estos momentos, pero me disgrego con gran facilidad en pensamientos abstractos, o me aburro enseguida y me rayo yo sola, teniendo la necesidad de moverme y de hacer algo que me entretenga.
Después de este ratillo en mi rincón iré a relevar a mi compañera, que se irá a cenar.
Cuando vuelva lo mismo tengo la suerte de sentir un hambre voraz y me voy a hacer lo propio.
Luego buscaré algún entretenimiento, me pondré a revisar los carros de parada, los desfibriladores... eso que todos sabemos que hay que hacer, pero para lo que nunca hay tiempo, ni ganas. Y yo soy la primera que odio esta obligación, pero cuando sobran las horas muertas, no tengo excusa para eludir mis deberes ;).
5 Responses
  1. Juana Says:

    Prueba a respirar, solo tienes que observar como entra y sale el aire por la nariz, es lo que se hace en meditación, al principio es difícil, luego resulta diferente.
    También se puede observar como entran y salen los pensamientos, sin quedarse pegado a ellos, solo observando como cambian sin parar, no son sólidos, son ..... cambiantes.
    Un poco de actividad física antes de eso va bien, prueba algún estiramiento, algo que aprendieses en baile.


  2. Juana Says:

    También puedes inventarte historias y luego escribirlas, a mi me encanta inventar, soy como los crios. También me gusta dibujar, me ayuda a concentrarme.


  3. Berni Says:

    Al final la noche no ha sido tan larga como esperaba. Cené y después me ojeé una revista en donde había un artículo "interesante" sobre la nueva especie de hombres que definen la sociedad urbanita actual: los U.T.
    Mi compañera y yo estuvimos descoj*nándonos vivas.
    Arranqué la página para estudiar el tema, que merece una entrada "en condiciones", con tranquilidad...
    Después empecé un libro que promete "Una mujer va al médico".
    Me lo ha dejado Evita; dice que al leerlo se acordaba de mí, y quiero comprobar por qué. :)
    Un beso.


  4. Eva Says:

    Cuando trabajo por la noche, tampoco puedo concentrarme en la lectura y lo único que me entretiene es leer revistas femeninas. El libro que te he pasado es algo bestia al principio, no te asustes. Me recordaba a ti porque al principio de cada capítulo citaba letras de canciones, es actual y mezcla muchas sensaciones. Ya me contarás tu opinión.


  5. Berni Says:

    Pues en una de esas "revistas femeninas" leímos un artículo sobre el nuevo hombre que marca tendencias y estilo en las ciudades: el Urban Traveller (UT).
    No me gusta nada esa prensa dirigida para las mujeres de hoy, que también tiene tela el asunto y hablaría largo y tendido sobre ello... pero el aburrimiento hace mucho y al final le sacamos partido ( que risa nos pasamos Dori y la mua...)

    Tu libro mola. El protagonista parece un cretino sin escrúpulos, pero se vislumbra un tipo de hombre interesante... ya te contaré...