Ojeando de manera rápida las entradas y sus comentarios en otros blogs que suelo frecuentar (un saludito para Miguel Ángel), me he acordado de la polémica amorosa que actualmente "le trae de cabeza" a uno de los más grandes cantantes norteamericanos, Bruce Springsteen, que como sabéis estará de gira próximamente en nuestro país.

Estamos acostumbrados a ver como a personajes famosos de todo tipo se les arriman otros, con menos éxito en general, para sacar "de provecho" lo que la vida les ha negado por "derecho propio", o eso deben creer los segundos elementos, al menos muchos de ellos con claras aspiraciones a una existencia "parasitaria" (que no digo que sea el caso)...
Cierto es que los amoríos, los "dimes y diretes" y demás historias relacionadas con la vida sentimental, siempre han sido parte del espectáculo que la gente gusta ver de sus músicos preferidos (es una conclusión lógica que explica las grandes sumas de dinero que mueve la prensa rosa, amarilla o multicolor).
Pero no menos cierto es el hecho de que el corazón y la carne es débil para cualquier humano, incluidos ellos.

De todo esto hay algo que me llama la atención un poco:
el tema de los contratos prematrimoniales o cláusulas que muchos famosos y/o adinerados en EEUU y en otros países hacen firmar a sus queridos contrayentes.
Allí esos acuerdos legales previos deben de estar a la orden del día, pero a mí no deja de sorprenderme que antes de casarte estés firmando un papel en el que asegures fidelidad a tu pareja.
Es casi dar por sentado "que le vas a poner los cuernos" seguro... o firmar una sentencia previa a un delito aún no consumado...

Reconozco que mi mentalidad antigüa "a la europea" se queda pequeña para cosas así.
Evidentemente los beneficios económicos para quien es traicionado y los perjuicios para quien comete, deben ser una garantía de fidelidad y estabilidad matrimonial, aunque entonces, el supuesto sustento marital no sería más que un conjunto de débiles pilares de sal, basados en la hipocresía y falsa moralidad.

Pero bueno, Bruce, tú no te preocupes demasiado, que después de la tempestad viene la calma.
Lo malo es que las grandes tormentas pueden dejarle a uno el corazón desabrigado... y eso es lo peor de todo, que hay heridas que ni con tititas se curan (es una expresión de otro blogger que me encantó cuando la leí).

Dejo uno de tus míticos temas que cantas con Sting, aunque tengo que decir que, en esta ocasión el dúo, o su resultado por el estado de voz del británico, es algo desacertado.
Pero como el líder de The Police siempre me ha gustado mucho, "no se lo tendré en cuenta"...