Esta tarde he visto en casa una película que me había recomendado una amiga hacía bastante tiempo, pero hasta hoy, no había encontrado el momento ideal para hacerlo.

Una "moñada" romanticona, de esas que me gusta disfrutar a solas, tumbada en el sillón con mantita o colcha, porque sí, aunque ya hace calor, necesito echarme algo encima, es parte del ritual...
Con la luz tenue, silencio absoluto... y los pañuelos de papel cerca. Sé que voy a necesitarlos, si me puedo despachar agusto.
Cuando veo este tipo de filmografía con alguien no puedo evitar que se me escape alguna lagrimilla, aunque siempre intento reprimirlo...Supongo que es por vergüenza o miedo al ridículo, ya que mis hermanos se reían de mí cuando lloraba viendo algo en la televisión, ya fuera una película cualquiera, o los niños de África muriendo de hambre, que siempre ponían imágenes a la hora de comer, y a mí se me quitaban las ganas... y lloraba delante de todos.
Por eso prefiero verlas sola (las películas de Amor), ya que me puedo desahogar a moco tendido.

Mi amiga me conoce bien y sabe cómo soy de sensible y de "masoca".
Sabe que soy muuuuu tonta, y que me iba a emocionar con Los Puentes de Madison.
Ambas conocemos una historia parecida y a ella, esta película, se la recordaba.

Es curioso el resurgir del Amor en una edad madura, cuando muere la ilusión y el corazón está dormido, cuando piensas que el futuro ya pasó... y las pocas ilusiones quedan muertas...



Genial canción que transmite bien la esencia de la historia...



Después de mis lágrimas, por unos instantes, he vuelto a creer...

"Haced lo que tengáis que hacer para ser felices en esta vida...
hay tanta belleza..."
(Escena final de Los puentes de Madison).

Gracias Noe.


Berni.
Martes 16/6/09.






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