El jueves a media mañana marché hacia un pequeño pueblo de Segovia, en donde mi enana está pasando parte de sus largas vacaciones, junto a sus abuelos, mientras sus padres esperan ansiosos la llegada de las suyas para disfrutar los tres juntos de un merecido descanso.
El pueblo es un sitio entrañable y apacible, donde los críos pueden estar en la calle jugando con tranquilidad, casi sin peligro alguno, y disfrutar de intensos paseos en bicicleta, del aire puro, de los sonidos de la naturaleza... y todo aquello que las grandes urbes en las que vivimos muchos, no nos pueden ofrecer...

El viernes por la tarde, después de una lacrimógena despedida, tomé el coche y volví de regreso.

En la carretera iba viendo la imagen que se repite todos los veranos:
multitud de coches con matrícula extranjera cargados hasta los topes, con la baca repleta de bultos tapados con plásticos azules y negros y pequeños remolques en idénticas condiciones...
Son los inmigrantes magrebíes, que cruzan todo el territorio español para pasar el período vacacional en sus tierras natales, junto a sus queridas y añoradas familias.
De repente, un pensamiento funesto hizo que se me helara la sangre y levantara el pie, suavemente, del acelerador.

Recuedo que hace años, cuando el viaje al pueblo lo hacía yo con mis padres siendo una niña, vimos un accidente horrible en el margen derecho de la carretera:
Una furgoneta totalmente destrozada, con todos los enseres desperdigados por la cuneta y unas sábanas blancas cubriendo varios cuerpos de diferentes tamaños...
La Guardia Civil ordenaba el tránsito de los vehículos, intentando que estos no se detuvieran demasiado al paso por el lugar del siniestro...
Es una escena que no se borrará nunca de mi memoria, y que ocasionalmente me sobreviene, cuando voy por la misma carretera, haciendo el trayecto de ida o de vuelta al pueblo en estos meses estivales, y veo familias enteras en sus sobre cargados coches, camino de sus lugares de origen...
Pienso "cuántos de ellos no llegarán a su destino, o cuántos de ellos no regresarán..."

Para todos:
"Un poquito de por favor" en la carretera, paciencia y descanso cuando sea necesario.
Que dejarse la vida en el asfalto es la pérdida más absurda del bien más preciado que podamos nunca tener...

Foto original de Dead Men Walking http://keitiland.blogspot.com/2008/03/hit-road-jack.html

Berni.
Lunes 13/7/09.