La fecha de hoy es, con toda probabilidad, un indicativo en el tiempo "clave" para todos los que vivimos, de manera consciente, los terribles acontecimientos que sucedieron hace, exactamente, 8 años.

El atentado de las Torres Gemelas de Nueva York marcó un punto de inflexión en la historia moderna del mundo entero.

Las imágenes de los aviones impactando "en directo" en el telediario del medio día español son y serán, imposibles de olvidar.
Aún recuerdo el silencio sepulcral que se hizo en aquel restaurante lleno "hasta la bandera", donde me encontraba con mi marido en el momento en que todos los allí presentes contemplamos dichas imágenes, con inmenso asombro y estupor, en las enormes pantallas de televisión del local.






A partir de ese momento estuvimos al tanto de lo que estuvo aconteciendo durante dos o tres días sin interrupción, salvo las lógicas y obligadas horas de descanso nocturno.
Al finalizar de comer cogimos de nuevo el coche para ir a la misma playa (estábamos de vacaciones) donde habíamos estado por la mañana, tan felices e ignorantes de lo que estaba por venir.
Continuamos escuchando las informaciones, aún muy confusas, en la radio del coche, y estando tumbados en la arena, compartimos los auriculares de un discman que yo llevaba, en todo momento intranquilos, al hilo de la noticia...

Me acuerdo perfectamente del gesto de asombro y de preocupación que ambos hicimos cuando escuchamos que la primera torre se había derrumbado.

Enseguida nos marchamos al apartamento para seguirlo por televisión, ya que era algo gravísimo, y estábamos francamente preocupados por las consecuencias internacionales que de aquellos terribles hechos se pudieran derivar.

Yo pensaba en la cantidad inmensa de víctimas bajo los escombros de los edificios, aunque no podía imaginar, ni por lo más remoto, el trágico balance final de los múltiples atentados que increíblemente se estaban sucediendo en el territorio norteamericano, casi de manera simultánea.

Casi 3.000 personas murieron en el 11-s.
Una cifra tremenda, tanto por la cuantía en sí, como por el inconmensurable DOLOR que ella conlleva, y que me es del todo imposible imaginar, justamente por su infinitud, cualidad casi incomprensible para la mente humana, y absolutamente insoportable para el alma y el corazón del hombre.

No hay palabras que puedan expresar lo que sentimos aquellos días millones de personas.
La obcecación y la sinrazón de unos pocos dejaron atónitos y mudos al resto del mundo entero...




Que en paz descansen
todas las víctimas del 11-S.

Berni.
Viernes 11/9/09.
2 Responses
  1. Capitán Garfio Says:

    Es increible hasta donde nos puede llevar el fanatismo....
    Para mí lo más impresionante fue.....ver a las personas que se asomaban por las ventanas del rascacielos.....y que estaban muy por encima de donde estaban las llamas....esa visión,nunca se me olvidará....


  2. Berni Says:

    Sí, yo también las tengo muy presentes, nos causaron una angustia a todos horrible. Como otras muchas imágenes tremendas que tampoco jamás olvidaré...
    Fue un día muy triste para la humanidad entera.