Cuando sus padres me pidieron opinión no dudé cuál sería mi respuesta.
Jose Luis era un crío que había entrado en el servicio con tan sólo 14 años. Le diagnosticaron una enfermedad maligna y debía recibir quimioterapia por vía intratecal. Cada pocas semanas le administraban ciclos de quimioterapia y corticoides que le dejaban hecho polvo, aplásico, sin apetito, que le hinchaban como un globo y que le hicieron perder todo el pelo de la cabeza y el vello del cuerpo. Pese a que era casi un niño (y eso lo podías constatar cuando hablabas con él), nunca se quejó de los tratamientos, del sufrimiento que le suponían, de los cambios drásticos que experimentó... Sólo había algo que él llevaba mal: la soledad. Sus padres estaban las 24h con él, pero Jose Luis echaba mucho de menos a sus amigos, el poder charlar con muchachos de su edad, de compartir risas, conversaciones de adolescente, qué se yo, lo normal...

Ingresaba largos períodos, como casi todos los demás pacientes.
Procuraba pasar los días lo mejor posible, leyendo, viendo sus películas favoritas, jugando con su consola... Eso cuando se encontraba en condiciones, porque había días en que lo único que podía hacer era dormitar durante horas, debido a la intensa astenia que sufría tras el tratamiento.

Volvió una y otra vez para los ciclos. Es cierto que tuvo algún período de remisión más o menos largo (alguno de un año), pero por desgracia la recaída estuvo siempre detrás...
En uno de sus últimos ingresos, cuando sus padres ya eran conscientes de que al muchacho le quedaba poco tiempo de vida, su madre vino al control a comentarme algo.
Me dijo que Jose Luis les había pedido un portátil para estar más entretenido y poder sobrellevar mejor la estancia hospitalaria.
Ellos no sabían qué hacer, porque era una familia humilde con unos ingresos bajos, y por aquellos años un portátil era mucho más caro que ahora. Adquirir uno les suponía un esfuerzo importante, y sabían que el chaval no podría utilizarlo mucho...
Me preguntaron qué opinaba al respecto y me hicieron la siguiente pregunta:

- Esther ¿tú qué harías si estuvieras en nuestro caso? ¿Y si fuera tu hijo?
Mi respuesta fue la siguiente:

- Si se tratara de mi hijo, haría todo lo que estuviera en mis manos para que fuera lo más feliz posible en las circunstancias en las que se encuentra. Si quisiera un portátil no dudaría en conseguirle uno como fuera...
El dinero siempre se recupera, pero las ilusiones... quien tiene tiempo que luchar por ellas y perseguirlas bien, pero quien no...
Esa era mi sincera opinión y así la expresé...

Jose Luis obtuvo lo que deseaba, a falta de una vida larga y llena de salud que no fue posible.
El crío murió un par de meses después, con 17 años recién cumplidos...
Sus padres nunca se arrepintieron de la decisión, algo que tenían claro desde siempre (complacer a su único y amado hijo fue siempre el motor de su existencia), aunque otras circunstancias les hicieran dudar (todos tenemos dudas, sobre todo en momentos de adversidad, en los que la confusión nos invade).

Un ejemplo sencillo y emotivo (para mí al menos) de tecnología al servicio del "bienestar" del ser humano en sus últimos momentos.

Berni.
Jueves 3/6/10
8 Responses
  1. capitán garfio Says:

    me has dejado con el corazón en un puño.....creo que yo, no lo superaría.....
    sólo de pensarlo me pongo malo.


  2. Anónimo Says:

    Prefiero que me pasara a mi el cáncer y la muerte antes que a una hija mía. No lo podría superar yo tampoco.


  3. ¡Qué difícil es dar consejos! Se admiten mejor desde el cariño. Y tú lo tienes.


  4. Juana Says:

    Pues mereció la pena el gasto, yo también preferíria morir yo antes que mi hija o mi marido.
    Los consejos desde el corazón son los más valiosos, y corazón te sobra.
    Empezaba a preocuparme .... ya lo he entendido.


  5. FJavier Says:

    Algunas situaciones en la vida se soportan porque no hay otra opción y porque algo de esta compleja anatomía que nos constituye se transforma para hacerlo posible.

    Pero no es imaginable, no lo es para mí.

    Saludos de admiración.


  6. Berni Says:

    Resulta tremendo pensar que podemos perder un hijo. Nos imaginamos el dolor enorme que ello conlleva, por eso es lógico que no queramos ni siquiera hacerlo.
    Preferimos morir antes que un hijo, es natural, pero la vida depara esas circunstancias a algunos padres. Y muchos sobreviven, por difícil que nos parezca.
    Las razones por las que continuar vivendo cada uno las encuentra...


  7. enfermero9 Says:

    Berni, he tardado en escribir porque no podía. Como padre no me lo puedo ni imaginar, como compañero lo he vivido y me ha marcado (Manolito, Andrea...).
    Un beso y sigue así, que hace falta gente como tu.


  8. Berni Says:

    Claro que "marca", Enfermero9, tú como colega de profesión lo sabes bien...
    Vemos la cara amable de la vida, pero sobre todo la "menos bonita". Yo procuro quedarme con lo "positivo" de todas las experiencias, incluidas aquellas que resultan inolvidables por lo duras que fueron. Porque siempre se concluye una enseñanza de todo, siempre...

    Gracias por pasarte por el rincón. Sé lo complicado que resulta llevar un trabajo, una familia, un blog y además tener tiempo para leer y comentar en otros (yo tampoco comento demasiado en el tuyo por lo mismo).
    Para mí es una satisfacción enorme que la gente que se encuentra al otro lado de la pantalla quiera dedicar y compartir parte de su valioso tiempo en este lugar. Este espacio no tendría ningún sentido sin vosotros.
    Os doy las gracias a tod@s por ello.